Si estás en una relación con alguien de una cultura diferente, ya sabes: el amor puede ser universal, pero la forma en que mostramos, entendemos y vivimos el amor cambia mucho de un país a otro.
Y sé que hay momentos en los que te preguntas:
¿Es esto un problema real o simplemente una diferencia cultural?
“¿No me ama o simplemente fue criado de manera diferente?”
“¿Cómo mantengo mi identidad sin perderme en esta relación?”
Si te encuentras haciéndote estas preguntas, respira hondo y acompáñame. Te daré consejos prácticos para afrontar estas diferencias de forma ligera, consciente y sin que tengas que renunciar a tu identidad.
1. Entender que las diferencias culturales no son defectos, son simplemente diferentes.
Primero lo primero: deshazte de la idea de "correcto o incorrecto". En su lugar, empieza a pensar en términos de "diferente a mi forma de ser".
Por ejemplo:
- Puede que no esté acostumbrado a mostrar afecto en público (pero expresa amor de otras maneras).
- Su familia puede parecer demasiado involucrada, pero en su cultura eso es una señal de interés.
- Quizás hable más directamente y no es grosería, es simplemente su forma de comunicarse.
Consejo práctico: Empieza a observar y a anotar los comportamientos que te molestan. Pregúntate:
¿Es esto una falta de respeto o es simplemente una diferencia cultural?
Si hay una diferencia, tal vez todo lo que se necesite sea un poco de adaptación y una conversación sana.
2. Comunícate como si estuvieras aprendiendo un nuevo idioma incluso si hablas el mismo.
No se trata solo de hablar, sino de ser comprendido. Eso significa:
- Evite asumir que “él debería saber esto”.
-
Expresa lo que sientes, sin culpar.
Ejemplo: En lugar de decir “tienes frío”, di “me siento distante cuando no recibo afecto físico”.
Consejo práctico: Aprendan juntos sobre los lenguajes del amor. Esto lo cambia todo. Algunas personas demuestran su amor con palabras, otras con acciones, regalos, caricias o tiempo de calidad. Descubrir el tuyo y el suyo puede ayudarte a entender qué falta y cómo superar la brecha.
3. Hablar de valores, no solo de la vida cotidiana
Temas como:
- Religión
- Los roles de género en la relación
- Dinero
- Participación familiar
- Libertad personal
- Criando hijos
Estos son temas delicados en cualquier relación, pero en una intercultural pueden ser detonantes emocionales. Evitarlos no resolverá nada; solo retrasa lo inevitable.
Consejo práctico: Elige un momento tranquilo, preferiblemente en un lugar neutral, es decir, fuera de casa. (¡Definitivamente no en medio de una pelea!). Inicia la conversación con curiosidad y respeto. Haz preguntas como:
“¿Cómo se manejó esto en tu familia?”
“¿Qué esperas de mí en este ámbito?”
4. No te pierdas: mantén viva tu identidad
Es común, sobre todo para nosotras las mujeres, renunciar a nuestras costumbres, tradiciones, comida e incluso a nuestra perspectiva de la vida para mantener la paz o evitar conflictos. Pero eso genera resentimiento con el tiempo.
Consejo práctico: Crea tus propios rituales culturales dentro de la relación. Enséñale a tu pareja tus tradiciones e invítalo a formar parte de ellas. No abandones tu esencia para evitar discusiones. La clave está en el equilibrio: encontrar un punto medio.
5. Pide ayuda si la necesitas: no es debilidad, es madurez.
Las relaciones interculturales requieren más consciencia, más paciencia y, a veces, más orientación. La terapia de pareja, la mentoría, los grupos de apoyo... todo eso ayuda (¡y mucho!). Y si sientes que te estás perdiendo o que lo llevas todo tú solo, es hora de pedir ayuda.
¡No estás solo!
Muchas mujeres se enfrentan a los mismos desafíos. La diferencia radica en quienes eligen afrontarlo conscientemente y quienes simplemente se dejan llevar. Y tú, con solo leer esto, ya estás eligiendo crecer.
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